Audiolibro El combate de la tapera
Algunos cuervos enormes, muy negros, de cabeza pelada y pico ganchudo, extendidas y casi inmóviles las alas empezaban a poca altura sus giros en el espacio, lanzando su graznido de ansia lúbrica como una nota funeral.
Cerca de la zanja, veíase un perro cimarrón con el hocico y el pecho ensangrentados. Tenía propiamente botas rojas, pues parecía haber hundido los remos delanteros en el vientre de un cadáver.
Cata alargó el brazo, y lo amenazó con el cuchillo.
El perro gruñó, enseñó el colmillo, el pelaje se le erizó en el lomo y bajando la cabeza preparóse a acometer, viendo sin dudas cuán sin fuerzas se arrastraba su enemigo.